biología: Historia de los Animales de Buffon
José Alsina Calvés *
Resumem: En su Historia de los animales, ubicada en el tomo II de su Historia
Natural, general y particular, Georges-Louis Leclerc, conde de Buffon, desarro-
la una autentica teoría biológica, aunque sin darle este nombre. Sienta las
bases de la biología al elaborar criterios de distinción entre seres vivos y no
vivos y en contra de la división tripartita en los reinos animal, vegetal y mi-
neral. Además desarrolla una teoría de la generación basada en los conceptos
de “molde interior”, “moléculas orgánicas” y “fuerza penetrante”. Estos
conceptos forman la ontología de una tradición de investigación que se
complementa con una metodología hipotético-deductiva.
Palavras clave: fuerza penetrante; metodología; molde interior; moléculas
orgánicas; ontología; tradición de investigación.
INTRODUCCIÓN
El año 1749 Jean Louis Lecrerc, conde de Buffon, publicaba los tres
primeros volúmenes de su Historia
Natural, general y particular (en adelante Historia Natural). Nuestro estudio va a centrarse en la primera
parte del Tomo II, Historia de los
animales[1]. El objetivo
general de la obra es una reivindicación de la Historia Natural como
disciplina, rechazando la antigua división que atribuía a esta materia
funciones puramente descriptivas de los objetos naturales, y reservaba a la
Filosofía Natural cualquier tipo de reflexión teórica en torno a los mismos[2].
Buffon se reivindica a si mismo como un Newton de la Historia Natural.
Pero en esta Historia Natural, que aparece como una disciplina difusa, se perfilan ya dos disciplinas posibles, la biología y la geología,
aunque nadie las llame aun por este nombre. El propio Buffon, en su Teoria de la Tierra (Historia Natural, Tomo I) y,
posteriormente, en Las Épocas de la
Naturaleza, publicado en 1778, contribuye a sentar las bases conceptuales
de la futura geología (Alsina, 2009, pp. 5-32). En la Historia de los animales Buffon se enfrenta a problemas que podemos
calificar de biológicos, como son los criterios de delimitación entre seres
vivos y no vivos, superando la antigua división tripartita de los tres reinos:
mineral, vegetal y animal. Se ocupa también del problema de la generación,
desarrollando su teoría de las moléculas
orgánicas, y los moldes interiores,
en oposición al preformacionismo predominante en el pensamiento de su época.
Aunque en Buffon se perciben claramente las influencias de Locke, de Hume y
del empirismo y el sensualismo inglés, el método real que utiliza es
racionalista e hipotético deductivo (Alsina, 2012, pp. 92- 102). Esto se
percibe claramente en la exposición de su teoría de la generación, donde
primero desarrolla su hipótesis, deduce proposiciones a partir de la misma, y
finalmente realiza observaciones (o cita las de otros) como contrastación con
la realidad.
LA DELIMITACIÓN SERES VIVOS/NO VIVOS
La delimitación de los seres vivos frente a los no vivos es un paso
imprescindible para la delimitación de las futuras disciplinas biología y
geología. Buffon inicia está delimitación en el capítulo I de su Historia de los animales[3] . La clásica
división de los tres reinos, animal, vegetal y mineral se fundamentaba en la
teoría aristotélica de las ánimas, entendiendo
por tal aquello que animaba a los
seres vivos. Así los minerales carecían de anima (eran inanimados), los
vegetales poseían anima vegetativa,
responsable de los procesos fisiológicos básicos, y los animales poseían,
además, anima sensitiva, responsable
de la capacidad de percibir y de reaccionar.
Buffon analiza estas diferencias, relativizándolas:
La diferencia más
aparente que hay entre los animales y los vegetales, parece que es la facultad
de moverse y mudar de sitio, de que los animales están dotados y los vegetales
carecen; pues aunque es cierto que no conocemos vegetal alguno que tenga
movimiento progresivo, también vemos muchas especies de animales como las
ostras, los galinsectos, etc. a quienes parece haber sido negado este movimiento;
y por consiguiente esta diferenciación no es general y necesaria (Buffon, 1844, p. 347)
Es decir la capacidad de movimiento no puede ser elemento diferenciador,
pues hay animales que no se mueven. Otro
elemento de diferenciación podría ser la capacidad de sentir, presente en los animales precisamente por poseer esta alma
sensitiva, y ausente en las plantas. Pero Buffon discute también esta
diferenciación:
Pudiera deducirse
una diferencia más esencial de la facultad de sentir, que casi no puede negarse
a los animales, y de que al parecer carecen los vegetales; pero la palabra sentir
incluye tal número de ideas que no debemos pronunciarla hasta haberla
analizado; porque si por sentir entendemos solamente ejecutar alguna
acción de movimiento con motivo de percusión o de resistencia, hallaremos que
la planta llamada sensitiva es capaz de esta especie de sentimiento,
como los animales (Buffon, 1844, p.
349)
En otras palabras nos dice Buffon algo que la biología actual reconoce sin
ningún problema: las plantas son capaces de captar estímulos y responder a los
mismos, aunque esta sensibilidad a los estímulos opere de manera diferente que
en los animales, y sus respuestas sean más lentas. Por tanto esta capacidad de sentir, entendida como capacidad de
captar estímulos y responder a los mismos, es también compartida por animales y
vegetales.
La tercera cuestión que analiza Buffon se refiere a la manera de nutrirse:
La tercera
diferencia parece se encuentra en el modo de alimentarse: los animales, por
medio de algunos órganos exteriores, toman las cosas que les convienen, van a
buscar su pasto y eligen sus alimentos; las plantas, al contrario, vemos que
están reducidas a tomar lo que la tierra quiera suministrarlas (Buffon, 1844, pp. 349-350)
Es decir, los animales buscarían su alimento de forma activa, mientras que
las plantas lo recibirían de la tierra de forma pasiva. Pero Buffon argumenta
en contra de esta diferencia:
Sin embargo, si se
considera la organización y la acción de las raíces y las hojas, se reconocerá
en breve ser estos los órganos exteriores de que se valen los vegetales para
atraer el alimento: que las raíces se desvían de un obstáculo o de una vena de
mal terreno para ir en busca de la tierra buena; y también que las raíces se
dividen, se multiplican y llegan hasta a mudar de forma para procurar a la
planta el nutrimiento necesario (Buffon, 1844, p. 350)
Es decir que no hay tal pasividad en los vegetales, sino que estos, a su
manera, también buscan el alimento de forma activa. A partir de aquí Buffon
desarrolla una batería de argumentos teóricos para mostrar la esencial
identidad entre plantas y animales en cuanto a seres vivos, y por tanto en
objetos de una ciencia futura, aun ni formulada, la biología, aunque este
término no aparece nunca en sus escritos. Los argumentos son básicamente
cuatro:
1.
Argumento de continuidad. No hay una delimitación clara entre animales y plantas,
pues la naturaleza desciende por grados imperceptibles. Así nos dice Buffon que
queda a nuestro arbitrio reputar al
pólipo de agua dulce por el último de los animales y por la primera de las
plantas (Buffon, 1844, p. 350). Es una aplicación limitada de la idea de la
Escala del Ser: no hay discontinuidad entre plantas y animales, pero de forma
implícita se entiende que si la hay entre seres vivos y no vivos.
2.
Argumento de la reproducción. Plantas y animales tienen en común que ambos se reproducen,
cosa que evidentemente no hacen los minerales: facultad que supone más analogías y semejanzas de las que podemos
nosotros imaginar, y que debe hacernos creer que para la Naturaleza los
animales y los vegetales son seres casi de un mismo orden (Buffon, 1844, p.
350)
3.
Argumento del desarrollo. Plantas y
animales se desarrollan; esto implica no solo crecimiento, sino diferenciación
en partes: ..en el desarrollo de sus
partes, propiedad en que convienen los vegetales, pues estos, igualmente que
los animales, tienen la facultad de crecer (Buffon, 1844, p. 350)
4.
Argumento de la reproducción sin cópula. Aunque en la mayoría de los animales la reproducción se
asocia a la copula, Buffon cita casos en que esta no se produce, y esto hace
que su reproducción se parezca a la de los vegetales, como es el caso de la
partenogénesis de los pulgones, o la reproducción asexual de la hidra de agua
dulce: La reproducción de los pulgones,
que se hace sin cópula, es semejante a la de las plantas por las semillas; y la
de lo pólipos, que se ejecuta contándolos, es parecida a la multiplicación de
los árboles por medio de estacas (Buffon, 1884, p. 350).
No se trata de valorar los argumentos de Buffon desde la perspectiva de la
biología moderna, sino de ver de qué manera inciden sobre el origen de las
disciplinas “biología” y “geología”. Buffon intenta dar forma, contenido y
método a la Historia Natural, pero al hacerlo impugna la clásica división en
los tres reinos, animal vegetal y mineral, que se fundamentaba en la concepción
aristotélica de “anima”. Esta división tripartita daba lugar a la existencia de
tres subdisciplinas independientes: zoología, botánica y mineralogía, situadas
en un plano de igualdad, y cada una con un objeto de estudio muy bien definido:
animales, plantas y minerales.
La argumentación de Buffon rompe esta simetría: en la medida que plantas y
animales son seres vivos comparten una serie de propiedades que les distinguen
de los minerales. Estas propiedades comunes de plantas y animales van a ser el
objeto de una disciplina que no tiene todavía el nombre de “biología”, que se
percibe como una disciplina posible. De hecho, aunque el texto que estamos
estudiando lleva como título Historia de
los animales, lo que va a decirse en él es predicable para todos los seres
vivos. Es ya un texto de biología.
En ocasiones se ha atribuido a Lamarck la introducción en Francia del
término biología. Es cierto que en
año 1800 escribió Biologie, ou Considérations
sur la nature les facultés, les développemens et l’origine des corps vivants,
en el cual la palabra “biología” se utiliza en el sentido moderno de ciencia de
los seres vivos. Pero este escrito no fue publicado hasta el año 1944. De hecho
en 1800 el término ya se usaba en Alemania (Casinos, 2009, p. 113).
Sentadas estas premisas Buffon se enfrenta a la cuestión de la
reproducción. Es muy indicativo que el Capítulo II lleve como título De la reproducción en general (Buffon,
1884, p. 353), es decir, de los fenómenos reproductivos comunes a plantas y
animales. No es zoología ni botánica: es biología aunque no lleve este nombre:
Examinemos más
menudamente aquella propiedad, común al animal y al vegetal, de producir su
semejante, y aquella serie de existencias sucesivas de individuos, que
constituye la existencia real de la especie; y sin ceñirnos a la generación del
hombre, o a la de una especie particular de animal, veamos en general los
fenómenos de la reproducción (Buffon, 1844, p.
353)
En este marco teórico, ya propiamente biológico, Buffon va a desarrollar su
teoría de la generación, basada en dos conceptos fundamentales: las moléculas orgánicas y el molde interior. Pero antes de analizar
la teoría de Buffon vamos a hacer un somero repaso sobre las ideas
predominantes en su tiempo en torno al tema de la generación.
LAS TEORÍAS DE LA GENERACIÓN EN LOS
SIGLOS XVII Y XVIII
Desde mediados del siglo XVII la teoría predominante sobre la generación
era el preformismo o preformacionismo (Jahn, Lother, Senglaub,
1989, pp. 192-193). Aunque esta teoría ya había sido defendida antiguamente,
cobró un nuevo impulso con el empleo del microscopio. La idea básica del
preformacionismo era que el organismo preexistía en un germen diminuto, creado
desde el origen del mundo, y que los procesos de reproducción no eran más que
el desarrollo de este germen. Las observaciones de Aromantari en 1625, que
había expuesto que tanto en las semillas como en los tubérculos podían verse
plantas diminutas, recibieron nuevo impulso a finales del siglo XVII, con el
descubrimiento por parte de Ham, Hartsoeker y Leeuwenhoek de los
espermatozoides.
Entre los partidarios del preformacionismo se perfilaron enseguida dos
posturas: los que creían que el germen era aportado por el macho y que se
encontraba en el espermatozoide (animalculistas), como Hartsoeker o
Leeuwenhoek, y los que pensaban que el germen era aportado por la hembra (ovistas),
como Malpighi o Swammerdam.
La alterativa al preformacionismo era la doctrina llamada epígenesis, que había sido defendida por
Harvey en su libro Exercitationes de
generatione animalium, publicado en 1651, pero la utilización de este
término ha sido a veces algo confusa. En principio la epigénesis se asociaba a
la idea de que el organismo se desarrolla a partir de una materia
indiferenciada, que se va organizando poco a poco, pero en ocasiones se ha
asociado a aquellos autores que pensaban que los dos sexos participaban por
igual en la generación. Como veremos este es el caso de la teoría de la
generación de Buffon: es “epigenética” en el sentido de que atribuye a los dos
sexos igual papel en la generación, con la producción de semen masculino y
femenino, pero su idea de molde interior
tiene ciertos resabios preformacionistas (Jahn, Lother, Senglaub, 1989, p. 210;
Bowler, 1973, pp. 259-281).
Ya en el siglo XVIII dos grupos de experiencias reanimaron el debate. El
primero se refiere a los estudios de Charles Bonnet sobre la partenogénesis de
los pulgones, realizados en 1740 (Hankins, 1988, p. 140). Bonnet crio una
hembra recién nacida en total aislamiento, y obtuvo noventa y cinco crías a
partir de la misma. En otro experimento crio pulgones durante diez generaciones
sin la presencia de ningún macho, demostrando que estos insectos se reproducen
por partenogénesis.
Los experimentos de Bonnet reforzaron la tesis preformacionista, en su
versión ovista, de que el embrión de cada organismo procedía de la madre, donde
estaba presente en forma de una diminuta semilla (el germen), que
posteriormente crecía. En los animales que se reproducían sexualmente la
función del macho era simplemente la de iniciar el crecimiento del embrión
preformado. Esta teoría no explicaba la existencia de características
masculinas en los descendientes, pero los ovistas argumentaban que el semen, al
iniciar el crecimiento del germen, podía imprimirle características del macho (Hankins,
1988, p. 140).
El segundo grupo de experimentos que incidió en esta polémica fueron los de
Abraham Trembley en la hidra de agua dulce o “pólipo”. Este pequeño celentéreo,
de unos 10 mm de longitud crece en el fondo de los nenúfares y otras plantas
acuáticas. Leeuwenhoek había observado que se reproducían por gemación y había
supuesto que eran plantas. Trembley comprobó que atrapaban comida con sus
tentáculos, reaccionaban al tacto y se movían, características que les
convertían en animales, pero en el límite de los seres vivos en que las formas
animales se confunden con los vegetales. De hecho, tal como hemos visto, la
hidra de agua dulce es citada por Buffon como muestra de continuidad entre
animales y vegetales.
Pero lo realmente chocante de los experimentos de Trembley fue observar que
al cortar la hidra en varios trozos, cada una regeneraba el animal entero.
Trembley publicó sus resultados en 1744. Reamur y Bonnet los ampliaron a otros
animales: gusanos de agua dulce que se regeneraban de la misma manera, y de los
que nadie podía dudar que fueran animales (Hankins, 1988, pp. 140-141).
Estos experimentos plantearon problemas a la teoría de la preformación. Si
un fragmento de la hidra podía generar el animal entero ¿Dónde estaba el
germen? A pesar de ello la teoría de la preformación, tanto en su versión ovista
como animalulista, seguía teniendo muchos partidarios. Las causas son de índole
filosófico, pues es la teoría que presenta mayor coherencia con el conjunto de
ideas vigentes en la época. La preformación y la preexistencia de los gérmenes situaban
a la generación de los seres vivos en el mismo plano que los otros fenómenos de
la naturaleza, y casaba muy bien con la combinación de mecanicismo y
creacionismo que dominaba la mayoría de las mentalidades. “Los seres, como las
cosas, solo pueden empezar por creación y acabar por aniquilación “había
escrito Leibniz en sus Ensayos de
Teodicea, en 1760 (Jacob, 1977, p. 73).
Mientras los seres vivos se toman como combinaciones de elementos visibles
la preformación constituye la única solución posible al problema de la
generación (Jacob, 1977, p. 74) Buffon elaborará una nueva teoría a partir de
un concepto nuevo: las “moléculas orgánicas”, inspirándose en Maupertuis (Sandler, 1983, pp. 101-136).
LA TEORÍA DE LA GENERACIÓN DE BUFFON
Antes de entrar propiamente en su teoría de la generación, Buffon
desarrolla los dos conceptos que van a ser clave para elaborarla: el molde interior y las moléculas orgánicas. Pero al hacerlo
elabora toda una teoría de los seres vivos, una autentica biología, aunque no
utilice este término.
Del mismo modo que
nosotros podemos hacer moldes, y dar con ellos el exterior de los cuerpos que
nos agrada, supongamos que la Naturaleza pueda hacer moldes, mediante los
cuales no solamente da la figura exterior sino también la forma interior; he
aquí que por este medio parece podría hacerse la reproducción (Buffon, 1844, p. 359)
De hecho Buffon percibió claramente una de las principales dificultades
para explicar la reproducción y el crecimiento, dificultades que no han sido
superadas hasta la aparición de la biología molecular: es posible copiar
estructuras de una o dos dimensiones, pero no de tres (Jacob, 1977, p. 93). Por
esa razón utiliza el concepto de molde.
El molde interior representa una estructura oculta, una “memoria” que
organiza la materia para producir al hijo a imagen de los padres (Jacob, 1977,
p. 94). Es, en cierto modo una epigénesis, en cuanto hay una organización de la
materia y no un simple crecimiento de una estructura preformada, pero también
es en cierto modo una preformación, pues existe el “recuerdo” de la
organización ya realizada en los padres, que se conserva por la continuidad del
molde interior.
Algunos autores han sostenido que la idea de molde interior podía tener
unas implicaciones limitadamente transformistas, por lo que Buffon podría ser
un precursor del evolucionismo (Mayr, 1982). Otros en cambio han señalado que
el concepto de molde interior está próxima al eidos aristotélico, e implica por tanto una idea del orden
universal eterno, inmutable y gobernado por leyes naturales (León Sánchez,
2000, p. 5).
La propia teoría de la generación de Buffon limita toda posibilidad de
evolucionismo. Es cierto que al considerar que todo el organismo, y cada una de
sus partes, constituyen el molde de los nuevos organismos a ser engendrados
hacía de la reproducción un mecanismo por medio del cual las modificaciones
sufridas por el viviente a lo largo de su existencia podían ser transmitidas a
su progenie; eso le permitía considerar la degeneración
como una acumulación transgeneracional de tales modificaciones. Pero a la vez,
y precisamente por el hecho de considerar que la conformación del nuevo ser se
explica exclusivamente por la conformación de sus progenitores, esta teoría
solo admitía como causas de modificación a factores que, como el clima o la
alimentación, podían incidir en la constitución de organismos individuales, lo
cual, al limitar al extremo la posibilidad de explicar cualquier novedad
morfológica, cerraba el paso a un auténtico evolucionismo (Caponi, 2008, pp.
182-183).
Por otro lado, la posición decididamente materialista de Buffon aleja a su
molde interior de cualquier parecido con arquetipos platónicos (Caponi, 2008,
p. 83) o “eidos” aristotélicos. Este materialismo de Buffon quedará confirmado
al publicar en 1778 Las Épocas de la
Naturaleza donde expone su teoría del origen de la vida (Caponi, 2008, p.
83; Alsina, 2012, pp. 162-163). La aparición de las moléculas orgánicas se
relaciona con el enfriamiento de la Tierra: se forman cuando esta alcanza una
determinada temperatura. Los seres vivos aparecen por reunión de estas
moléculas orgánicas, y el prototipo no es más que el cuerpo de los primeros
individuos de una especie o género. Por otra parte, en el tomo V de su Historia Natural, (Buffon [1775], 2007,
p. 623) Buffon rechazará cualquier teleologismo, al negar cualquier posibilidad
de que la naturaleza se sujete a causas finales en la composición de los seres (Caponi,
2010, p. 59).
Las moléculas orgánicas son el segundo concepto fundamental en la teoría de
la generación de Buffon. Idea inspirada en Maupertuis (Sandler, 1983, pp.
101-136), las moléculas orgánicas son la teorización de una materia ”viva”,
diferente de la materia inanimada, en las cuales residirían, en última
instancia, las propiedades de la vida. Sin embargo la teorización de estas
moléculas orgánicas no aleja a Buffon de sus postulados materialistas: las
moléculas orgánicas se originan espontáneamente en la Tierra cuando las
condiciones de temperatura de la misma son las adecuadas, tal como lo
describirá en las Épocas de la Naturaleza
(Alsina, 2012, p. 162)
Para explicar la fuerza que liga las moléculas orgánicas al molde interior,
Buffon recurre a la gravedad, con lo cual liga su modelo biológico a la
prestigiosa física newtoniana:
La segunda
cuestión se dirige a inquirir cual puede ser la potencia activa capaz de hacer
que esta materia orgánica penetre el molde interior, y se una, o más bien se
incorpore íntimamente con él. Por lo dicho en el capítulo precedente parece que
en la Naturaleza hay fuerzas, como la de la gravedad, que son relativas a lo
interior de la materia, y no tienen ninguna relación con las propiedades
exteriores de los cuerpos, pero que obran sobre las partes más íntimas y las
penetran en todos sus puntos (Buffon, 1844, p.
363)
Molde interior, moléculas orgánicas y gravedad constituyen la ontología
conceptual sobre la cual Buffon va a elaborar su teoría de la generación. A su
vez la metodología utilizada va a ser la hipotético-deductiva: sobre el fondo
de su ontología conceptual Buffon elabora su hipótesis, deduce conclusiones de
la misma y después las corrobora con la experiencia, citando observaciones
propias y ajenas. El conjunto de ontología y metodología constituye una
Tradición de Investigación, tal como Laudan (1986) las define.
La teoría de la generación como tal es abordada en el capítulo IV, bajo el
título De la generación de los animales[4]. Buffon empieza
estableciendo una distinción entre aquellos animales que, al igual que las
plantas, pueden reproducirse sin cópula, y los que precisan de cópula.
..exceptuando como
aquí exceptúo de la clase
de los animales, los que según sucede con el pólipo de agua dulce, los gusanos,
etc., se reproducen de sus partes separadas, así como los árboles se reproducen
por medio de sus ramas, y las plantas por sus raíces divididas, y pos sus
cebollas. También exceptúo de la misma clase los pulgones y otras especies, las
cuales se multiplican por sí mismas y sin cópula (Buffon, 1844, p. 366-367)
En terminología moderna diríamos que estos organismos pueden reproducirse
de forma asexual o por partenogénesis. Buffon explica esta diferencia en
función de la complejidad: los organismos capaces de reproducirse sin cópula
son organismos más simples, formados por agregación de partes semejantes. La
mayor complejidad de otros organismos hace necesaria la intervención de ambos
sexos, para reproducir el molde interior que organice a las moléculas
orgánicas.
Un pulgón, por
ejemplo, o una cebolla, recibe por la nutrición, moléculas orgánicas y
moléculas brutas; la separación de unas y otras se hace en el cuerpo del animal
o de la planta, expeliendo ambos por diferentes vías excretorias las partes
brutas, y conservando las moléculas orgánicas, de las cuales las más análogas
penetran estas partes, que son otros tantos moldes interiores, diferentes unos
de otros, y que por consiguiente solo admiten las moléculas orgánicas que les
convienen (Buffon, 1844, p.
366)
Es decir, el cuerpo del pulgón o de la cebolla está formado por un mosaico
de partes, cada una de las cuales contiene su propio “molde interior”, lo que
les permite reproducirse sin cópula.
Cuando el pulgón
ha crecido y la cebolla ha engrosado los suficiente para ser un pulgón adulto y
una cebolla formada, la cantidad de moléculas orgánicas que continúan recibiendo
por medio de la nutrición, en lugar de emplearse en el desarrollo de sus
diferentes partes, es despedida y enviada a uno o muchos parajes de sus
cuerpos, en los cuales dichas moléculas orgánicas se juntan y reúnen por medio
de una fuerza semejante a la que hacía que penetrasen las diferentes partes del
cuerpo de estos individuos, donde por su reunión forman uno o muchos
cuerpezuelos organizados, enteramente semejantes al pulgón o a la cebolla (Buffon, 1844, p. 367)
Todo organismo vivo crece y se desarrolla, según Buffon, por la asimilación
de moléculas orgánicas, y por su capacidad de discriminar entre estas y las “moléculas
brutas”, a las cuales expulsa. Cuando ha terminado su desarrollo, el excedente
de las moléculas orgánicas se destina a la reproducción. En organismos
sencillos, como el pulgón a la cebolla, formados por una agregación de partes
semejantes, cada una de las cuales contiene un “molde interior”, un solo
organismo es capaz de reproducir a otros. En organismos más complejos y de constitución
más heterogénea, como el ser humano, hace falta el concurso de los dos sexos,
cada uno de los cuales aporta el licor seminal.
Las moléculas
orgánicas, enviadas de todas las partes del cuerpo a los testículos y vesículas
seminales del varón, y a los testículos o cualquier otra parte que se quiera de
la hembra, forman allí el licor seminal, el cual, en ambos sexos es como se ve,
una especie de extracto de todas las partes del cuerpo (Buffon, 1844, p. 368)
La idea del semen de ambos sexos, que reúne partes procedentes de todo el
cuerpo nos recuerda a la teoría de la generación sostenida por los médicos
hipocráticos, pero también a la teoría de pangénesis darwiniana (Noguera y Ruiz,
2005, p. 232).
Los espermatozoides, que habían sido ya observados por Leeuwenhoek en el
siglo anterior, son interpretados por Buffon como una primera agregación de
moléculas orgánicas, pero que no pueden ir más allá de su organización si los
dos licores seminales (el masculino y el femenino) no se mezclan.
Los cuerpecillos
con movimiento, a quienes se ha dado el nombre de animales espermáticos, y que
se ven por medio del microscopio en el licor seminal de todos los animales
machos, son quizá cuerpecillos organizados, procedentes del individuo que los
contiene, pero que por si mismos no pueden desenvolverse ni producir cosa
alguna (Buffon, 1844, p.
369)
Según la teoría de Buffon, ambos sexos producen licor seminal. En ambos
licores deben encontrarse los “animales espermáticos”.
Haremos ver que
también hay animalillos semejantes en el licor seminal de las hembras, e
indicaremos el paraje en que se encuentra el licor de estas; pero aunque el del
macho y el de la hembra contengan ambos especies de cuerpecillos organizados y
vivientes, necesitan el uno del otro para que las moléculas orgánicas que
contienen, puedan reunirse y formar un animal (Buffon, 1844, p. 369)
ESTRUCTURA DE LA TEORÍA DE LA
GENERACIÓN DE BUFFON
La teoría de la generación de Buffon se desarrolla en un marco teórico más
amplio, que coincide con lo que Laudan (1986) llamó Tradición de Investigación
(en adelante TI). Una TI viene definida por una ontología y una metodología.
Una ontología es el conjunto de entidades postuladas. En el caso que nos
ocupa tenemos las moléculas orgánicas, el molde interior y la fuerza penetrante
(gravedad). Ya nos hemos ocupado de su descripción y dinámica.
La metodología que utiliza Buffon es la hipotética-deductiva, la misma que
utilizará posteriormente en Las Épocas de la Naturaleza (Alsina,
2012, pp. 91- 103). Esta metodología se caracteriza por:
1.
Presentación de
una hipótesis o un conjunto de hipótesis
2.
Deducir
proposiciones concretas a partir de estas hipótesis
3.
Contrastar estas
proposiciones con observaciones o experiencias.
Vamos a ver si la manera de proceder
de Buffon en la obra que nos ocupa responde a este esquema. La propia redacción
de la misma así parece indicarlo: los primeros capítulos contienen desarrollos
teóricos, y los últimos citan experiencias, propias y ajenas, que sostienen a
los mismos.
En un principio Buffon desarrolla y explica la ontología básica de su TI,
que constituye una auténtica biología, aunque no utilice este término: todo ser
vivo está formado por un “molde interior” y unas “moléculas orgánicas” que se
agregan en virtud de una “fuerza penetrante” análoga a la gravedad. La
reproducción consiste en la trasmisión de este molde interior de padres a
hijos.
La hipótesis básica de su teoría de la generación deriva directamente de esta
ontología básica. En los animales con cópula, que son los más organizados, la
generación es el producto de la mezcla de los licores seminales de ambos sexos.
El molde interior es el resultado de esta mezcla. Los licores seminales por
separado no pueden dar lugar a un organismo, pero sus moléculas orgánicas se
agrupan formando animales espermáticos.
De aquí se deducen dos importantes proposiciones:
1.
Las hembras tienen
licor espermático
2.
En el licor
femenino deben haber animales espermáticos, análogos a los del macho.
A partir de aquí Buffon intentará probar estas proposiciones con
observaciones propias y ajenas. La validez de estas proposiciones demostrará la
validez de su hipótesis. En la parte final de la obra cita hasta 45
observaciones, propias y de su colaborador Needham, realizadas en cadáveres
humanos recién fallecidos, en vacas y en perros[5].
Algunas de estas observaciones van acompañadas por dibujos, donde pueden verse
canales seminíferos y espermatozoides.
Buffon afirma haber observado una estructura muy parecida en los testículos
masculinos y femeninos (ovarios), la existencia de un licor seminal que fluía
de estos últimos hacia la matriz, y la existencia de animales espermáticos
idénticos a los de los machos en este licor femenino. También afirma que los
animales espermáticos aparecen en los licores al cabo de cierto tiempo.
Mientras me
ocupaba de esta observación, estaban disecando viva una perra que cuatro o
cinco días antes había entrado en calor, y a la cual no se había acercado el
macho. Halláronse fácilmente lo testículos que están a las extremidades de los
cuernos de la matriz, y eran casi del tamaño de avellanas; y habiendo examinado
uno de ellos, encontré en él un cuerpo glanduloso, rojo, elevado y del grueso
de un guisante. Este cuerpo glanduloso era perfectamente parecido a un pezón
pequeño, y en su interior tenía una hendidura visible formada por dos labios,
de los cuales el uno salía algo más que el otro. Abierta dicha hendidura con un
estilete vimos gotear un licor que recogimos
para ponerle en el microscopio […] Examiné, pues, este licor con el
microscopio, y a primera vista tuve la satisfacción de reconocer en el (estampa
11, figura 20) cuerpos semovientes con colas, los cuales eran casi
absolutamente semejantes a los que acababa de ver en el licor seminal del perro
(Buffon, 1844, p. 423)
La cuestión no es la crítica a estas observaciones, sin duda deficientes.
Puede ser que Buffon viera lo que “quería” ver, o que, contrariamente a lo que
afirma, la hembra hubiera sido fecundada ya por un macho. Lo que nos interesa
es que esta observación tiene el valor de “experimento crucial” para probar su
hipótesis, lo que nos muestra el desarrollo de un método hipotético- deductivo
clásico.
AGRADECIMIENTOS
Mi agradecimiento a los profesores Gustavo Caponi y Olivier Hochadel por
sus consejos y orientación.
[1] Buffon (1844) Historia Natural,
general y particular. Madrid, Imprenta de Don Vicente Frossart y Compañía. Cotejada
con la edición digital en francés del
web-side www.buffon.cnrs.fr/ a cargo de Pietro Corsi y Thierry Hoquet.
[2] Esta división, fundada en la filosofia de Locke, la encontramos en la
propia Enciclopedia. Ver D’Alambert
(1965) Discurso preliminar de la
Enciclopedia. Berges, C. y Rodriguez Huescar, A (eds.) Madrid, Biblioteca
de Iniciación Filosófica, Ed. Aguilar, pp. 172-179.
No hay comentarios:
Publicar un comentario