sábado, 30 de abril de 2016

LOS LEOPOLD Y LA ÉTICA DE LA TIERRA



Todos los que se inician en el estudio de las ciencias ambientales, ingeniería o gestión ambiental conocen la matriz de Leopold para la EIA. ¿Quién es este Leopold? Pues fue un hidrogeólogo estadounidense que enseñó en Berkeley. Pero no vamos a hablar aquí de Luna B. Leopold (el de la matriz), ni de sus hermanos Aldo Starker, zoólogo y conservacionista también de la Universidad de California en Berkeley, ni de Aldo Carl, fisiólogo vegetal, ni de la investigadora y escritora conservacionista Nina, ni de su también hermana Estella, paleobotánica, y conservacionista, como todos lso hermanos, sino que vamos a dedicar este artículo al padre de todos ellos, Aldo Leopold, autor de la Ética de la Tierra, que plasmó en un capítulo del libro que reproducimos más arriba, en 1949.


martes, 26 de abril de 2016

LA EDUCACIÓN, VISTA POR EL PROFESOR ALSINA

En la web katehon.com ha aparecido otro nuevo artículo, esta vez sobre "Educación y la Crisis de la Modernidad". Entresacamos de este interesantísimo artículo sus conclusiones alternativas a la crisis de la educación en Europa:
- Formar en valores, no solo en utilidades. Al ser humano, cultural por naturaleza, no le basta solamente con la instrucción técnica, que responde al para qué y al cómo, sino que necesita respuestas al por qué y eso es algo que solo puede obtenerse mediante una formación en valores.
- Reactualizar los valores clásicos de la cultura europea. No estamos hablando de valores universales, sino de aquellos que arraigan al hombre europeo en su cultura y en su tradición. En este sentido la tradición clásica, la herencia cultural del cristianismo y la ciencia y la tecnología deben ser ejes fundamentales de esta acción educativa.
- Protagonismo de la enseñanza pública. La educación se justifica por sus objetivos comunitarios, no es, por tanto, una cuestión privada de los ciudadanos. La enseñanza privada, cuyo fin ultimo es la obtención de beneficios económicos, no puede garantizar que estos objetivos se cubran de manera satisfactoria. Su papel debería ser subsidiario.
- Recuperar el papel de la familia. Aunque el protagonismo estatal en la administración de la enseñanza sea incontestable, la educación es una función social que supera, con mucho, el marco administrativos del estado. El papel de la familia como estructura de acogida es imprescindible, sobretodo en los primeros estadios de socialización. No es admisible que los padres rehuyan las responsabilidades educativas con respecto a sus hijos pensando que las instituciones educativas se harán cargo de ellas.
- Formar ciudadanos, no consumidores. Ciudadanos que conozcan sus derechos, pero también sus deberes, que sean responsables, que cumplan las normas comunitarias. Renunciar a formar ciudadanos es una apuesta por el suicidio social.
- Apostar por la formación del carácter. Educar no es solo transmitir información, ni mucho menos divertir. Es imprescindible recuperar el valor de la voluntad, del esfuerzo y del sacrificio.
- Recuperar la autoridad y el prestigio social del profesorado. La sociedad no reconocerá la importancia fundamental de la función educadora mientras no otorgue a sus principales protagonistas, el profesorado, la autoridad y el prestigio social que necesitan.
- Apostar por la igualdad de oportunidades. No es de recibo que alguien pueda ver limitadas sus posibilidades de estudio o de formación por motivos económicos. A partir de la “igualdad en la línea de salida”, la selección es un imperativo consustancial en la función educativa. Intentar lo contrario, como pretenden algunos pedagogos, no solo contraviene certezas antropológicas elementales (los seres humanos no son ni serán nunca iguales) si no que al final acaba generando y reforzando injustas desigualdades de orden económico y social.