El geógrafo griego Estrabón, que vivió durante la Pax augusta, en su segundo libro de Geografía, recoge las opiniones del geógrafo matemático Eratóstenes de Cirene (colonia griega cirenaica, en Libia) sobre uno de los problemas más difíciles de la geología: por qué hay multitud de conchas marinas enterradas en la tierra a grandes distancias del mar o gran altitud sobre el mar.
Hace referencia a la explicación de Xhantus de Lidia (Asia Menor), quien decía que el mar había ocupado anteriormente gran extensión, secándose post eriormente de modo parcial.
Estrabón y su Geografía, cuyo libro III está dedicado a Iberia:
Estrabón pasa a la hipótesis de Strato, el filósofo de la naturaleza, que había observado que la cantidad de lodo arrastrados por los ríos hacia el Euxino (Mar Negro) fue tan grande, que su lecho debía elevarse gradualmente, mientras que los ríos aún seguían llegando en una cantidad constante de agua. Por lo tanto, concibía que, en un principio, cuando el Euxino era un mar interior, su nivel había llegado a ser por este medio tan elevado que rompió su barrera cerca de Bizancio, y formó una comunicación con el Propóntide y este drenaje parcial ya había, supuso , convertido la orilla izquierda en un terreno pantanoso. Así, se argumentó, el Mediterráneo se había una vez abierto un paso por las columnas de Hércules en el Atlántico, y tal vez la abundancia de conchas marinas en África, cerca del templo de Júpiter Ammon, también podría ser el depósito de algunos antiguos mares interiores, que había forzado un paso y se escapó.
Pero Estrabón rechaza esta teoría como insuficiente para explicar todos los fenómenos y propone una propia, cuya profundidad los geólogos del siglo XIX comenzaban a apreciar: la existencia de fósiles marinos a gran distancia y elevación sobre el mar se debe simultánemante a cambios en el nivel del mar (eustáticos) y elevaciones y subsidencias del continente (isostáticos). Es decir,Estrabón es un precursor de la Teoría de la isostasia. Sin embargo, ambos tipos de cambios podrían explicar fósiles marinos sólo hasta unos 500 metros de altitud, no explicando la presencia de ammonites en el Himalaya, Sierra Nevada o los Pirineos. Habría que esperar hasta la década de los 60 del siglo XX, con la revolución de la Tectónica de Placas, para que la explicación de estas conchas tuviera una explicación satisfactoria.
Más adelante, hace referencia a la teoría de los volcanes como válvulas de escape, cunado habla de la vieja tradición de que Sicilia se había separado de la Penísula Itálica por una convulsión sísmica, diciendo que allí raramente hay terremotos pues la energía ígnea es liberada por los volcanes Etna, de las Islas Lipari o Eolias (Lipari, Stromboli,...) y la isla de Isquia (Nápoles).
Lyell cita un pasaje de Estrabón sobre los druidas para los cuales el universo era inmortal, pero destinado a sobrevivir a catástrofes tanto de agua como de fuego. No se puede dudar que esta doctrina procede de Oriente.
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